¿Imaginas poder hacer ejercicio sin moverte?…descubre la imaginería motora
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Definición y tipos de imaginería motora
La imaginería motora (IM), un proceso donde la persona con los ojos cerrados debe imaginar un movimiento o acción sin llegar a desempeñarlo en la realidad. Se trata de una técnica en la que se desarrolla una representación motora a nivel cortical del movimiento imaginado. Esto quiere decir que, sin ningún tipo de ejecución, la persona activa las áreas corticales que se activarían al realizar de verdad el movimiento imaginado. Por ello, la persona estará generando una activación de las áreas corticales propias de dicho movimiento al tiempo que inhibe muscularmente el mismo (1).
Diversos estudios han observado que la ejecución del movimiento implica la activación de los mismos circuitos neurales activados durante un proceso de IM. Por tanto, el cerebro emplea el mismo programa motor tanto para la acción como para la imaginación. Asimismo, aquellas tareas motoras secuenciales y de adaptación al movimiento emplean estructuras cerebrales que posteriormente se activan durante el aprendizaje.
Respecto a la práctica de la IM, esta consiste en la repetición o ensayo de la acción imaginada, con el objetivo de mejorar la ejecución real del movimiento (2–5).
Por otro lado, debemos conocer los tipos de IM en función de sus clasificaciones:
- IM kinestésica: aquella en la cual la persona tiene que imaginar el movimiento y sentirlo con todos los estímulos sensoriales asociados a ello. Algunos autores la consideran una técnica interesante para trabajar el aprendizaje motor (6).
- IM visual: aquella en la cual la persona sólo debe generar una imagen de sí misma realizando el movimiento, es decir, debe observarse en 3ª persona. A diferencia de la kinestésica, en esta no buscamos sentir el movimiento, sólo verlo. No obstante, la literatura ha observado que este tipo de imaginería produce una menor activación cortical (6).
- IM interna: aquella en la que la persona debe imaginarse en 1º persona realizando el movimiento. Esta modalidad parece ayudar más a la hora de contextualizar mejor situaciones de la vida diaria (7).
- IM externa: aquella en la que la persona debe imaginarse realizando el movimiento en 3º persona. Esto quiere decir que tiene que verse desde fuera (7).
Principales efectos obtenidos con la imaginería motora
- Cambios en la excitabilidad neuronal de la médula espinal. Esta excitabilidad neuronal a nivel medular se ha evaluado mediante estimulación magnética, encontrando un aumento de la excitabilidad de la corteza motora durante la IM. Esto lleva a justificar la posibilidad de que la modulación producida por la IM desencadene una respuesta refleja desde niveles supraespinales donde surgen las eferencias motoras (8).
- Activación del sistema nervioso autónomo similar a la obtenida durante la ejecución del movimiento o ejercicio. Actualmente no se ha determinado una actividad diferenciada del sistema nervioso autónomo durante la IM interna o externa. No obstante, se ha demostrado que durante ambas, las variables autonómicas como la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, la presión sanguínea o la conductancia de la piel se activan de forma muy parecida respecto a la ejecución real del movimiento y entre ellas (9).
Las pequeñas diferencias que se encuentran hasta el momento son que, en la interna la activación del sistema nervioso autónomo parece ir más asociada al aumento de la emoción y la empatía de la persona, y además, parece haber una mejoría más clara en la precisión del movimiento en situaciones de fatiga muscular (9).
- Mejora del aprendizaje motor. Existen dos teorías que expliquen dicho efecto:
- Teoría centrada en la periferia: el aumento de la actividad muscular producida en la IM da lugar a un incremento de aferencias a los centros superiores, por lo cual estos se desarrollan más (10).
- Teoría centrada en los centros superiores: la IM produce efectos en el sistema nervioso sin necesidad de que haya una activación en la periferia. No obstante, los estudios que han observado esto remarcan que los resultados eran dependientes de la instrucción de los sujetos (11,12).
- Cambios en la representación motora del movimiento entrenado. Esto se debe a que, el proceso de la imaginería hace uso de las copias que tiene nuestro sistema nervioso de los comandos eferentes o movimientos y sus correspondientes sensaciones. En definitiva, actúa como si se tratase de un simulador de acciones que termina produciendo un cambio en la representación motora del movimiento trabajado (13).
Factores que modifican la imaginería motora
Dentro de los factores que modifican o influyen sobre el proceso de imaginería, podemos encontrar:
- Habilidad de imaginar. Cuanta más capacidad para imaginar más beneficios obtendremos (14).
- Familiaridad con la tarea. Tras la realización de la IM se pueden integrar de los patrones de movimientos nuevos adecuadamente, pero si se ha dominado previamente la tarea se obtienen mejores resultados (11).
- Memoria de trabajo: es un proceso complejo que almacena y manipula información de manera verbal, visual o kinestésica (15).
- Motivación y ansiedad: a mayor motivados durante la realización de la imaginería, mejores resultados (16,17).
Aplicaciones clínicas de la imaginería motora
La mayor parte de la evidencia demuestra que la IM aumenta su eficacia al combinarla con la práctica física.
- Dolor crónico. Existe evidencia que muestra una disminución significativa y sustancial en el dolor relacionado con el uso de IM, así como un incremento de la función de la extremidad afectada. Asimismo, la literatura explica que la utilización de esta técnica en síndromes de dolor crónico debe centrarse en la formación del cerebro (18,19,20).
- La literatura ha demostrado los beneficios de la IM en pacientes con algún miembro superior o inferior inmovilizado. Este tipo de técnica mantiene el procesamiento sensitivo y motor, y evita el deterioro o la pérdida de los circuitos sensoriomotores previos a la inmovilización. Esto permite a su vez que la posterior recuperación de la función motora sea mucho más rápida. En cuanto al tipo de imaginería a usar en cada caso, la visual parece resultar más útil en inmovilizaciones prolongadas mientras que la kinestésica se recomienda en casos de inmovilizaciones recientes. Esto se debe a que en el primer caso es más efectivo comenzar generando de nuevo una representación corporal por las pérdidas que hayan podido acontecer, y en el segundo caso, no deberían haberse llegado a producir dichas pérdidas (21).
- Accidente cerebrovascular. La imaginería en personas con hemiparesia obtiene mejoras en las actividades de la vida diaria de forma general, y en movimientos de la mano, los dedos y el tobillo de forma específica (15,22-25). Entre los pacientes que demostraron beneficiarse de la aplicación de dicha técnica, se incluyen aquellos con hemiparesia aguda, crónica, leve y severa (26-30). También se encuentra literatura que respalda su influencia en el reaprendizaje de tareas funcionales para estos pacientes, mejorando así su estado funcional (23). Asimismo, algunos estudios sustentan beneficios en hemiplejías crónicas su funcionalidad (24-25). No obstante, el éxito de la terapia con estos grupos de pacientes va muy asociada a la correcta selección de aquellos en los que se puede aplicar o no. En muchos la precisión y el acoplamiento temporal pueden estar interrumpidos (29,31,32).
- Lesión de la médula espinal. La evidencia es pequeña pero los estudios existentes hablan de mejoras en la función de los músculos no paralizados tras la lesión medular y la posibilidad de conseguir modular la función motora voluntaria de forma independiente a la retroalimentación periférica (33). Además, en pacientes con lesión medular crónica se produce activación de áreas cerebrales relacionadas con el movimiento (34).
Marta Díaz Sáez (Fisioterapeuta)
@94Martads
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