Entrenamiento de observación de acciones e imaginería motora en la clínica. Viendo un ejercicio también ejercitamos.
¿Qué es la observación de acciones?
En primer momento, podría resultar inverosímil la afirmación que da título a esta entrada, pero el entrenamiento de observación de acciones e imaginería motora es una herramienta respaldada por mucha evidencia científica y se lleva utilizando desde hace varios años.
La observación de acciones consiste en visualizar atentamente la ejecución de un gesto o movimiento, y es frecuente que vaya seguido de un ejercicio de imaginería motora, en donde el sujeto se imagina a si mismo realizando dicho gesto o movimiento específico.
¿Dónde se utiliza?
En muchas ocasiones esta técnica se utiliza en el contexto clínico con el fin de aprender un movimiento o mejorar su ejecución. Sin embargo, este recurso no solo se aplica con el objetivo de desarrollar habilidades, sino que también se ha demostrado que con dicho entrenamiento podemos llegar a mejorar variables relacionadas con la fuerza.
Como dato interesante, hay centros deportivos en donde ya habían comprobado de forma empírica la eficiencia de este tipo de práctica. En algunos centros de alto rendimiento, en donde los gimnastas debían realizar gestos deportivos muy complejos, se valían de imaginería motora y observación de acciones para perfeccionar y corregir su técnica.
Hasta ahora hemos hablado de que esta práctica facilita el aprendizaje de gestos, así como adaptaciones relacionadas con la fuerza, pero también hay evidencia que respalda que con estos ejercicios orientados de otra forma se consigue mejoría en variables relacionadas con el equilibrio.
¿Por qué funciona la observación de acciones y la imaginería motora?
Se han realizado estudios demostrando que durante el entrenamiento de imaginería motora se activan determinadas áreas del cerebro que se activarían de forma similar si se realizase el movimiento de verdad. Estas áreas del cerebro activadas guardan relación con la planificación y ejecución del movimiento. Hay que tener en cuenta que, durante el desempeño de una actividad física, no solo se generan cambios en la musculatura de la persona que desempeña dicha actividad, sino que además se desencadenan una serie de adaptaciones tanto en la periferia (en tendones, huesos, sistema vascular, etc) como en sistema nervioso central (el cerebro y médula espinal). La explicación que justifica la efectividad de este entrenamiento reside en que, durante este entrenamiento mental, conseguimos potenciar las adaptaciones que se generan en el sistema nervioso central, y eso desencadena en una mayor facilidad para la ejecución de ese movimiento específico para el que se está entrenando.
La observación de acciones e imaginería motora se utilizan en la actualidad en el contexto clínico con múltiples objetivos; uno de los más utilizados es el aprender o reaprender un movimiento complejo, como podría ser caminar. Pacientes candidatos a estos ejercicios podrían ser pacientes que llevan mucho tiempo inmovilizados por una cirugía, o pacientes con alteraciones de la marcha como consecuencia de una patología de naturaleza neurológica.
¿Cómo se llevan a cabo estos entrenamientos?
En líneas generales la mayoría de los estudios conciben la observación de acciones e imaginería motora como un ejercicio mental previo a la ejecución del movimiento de forma activa, sin embargo, si que se ha planteado este entrenamiento mental como un recurso que podría contribuir a reducir el deterioro y maladaptaciones físicas inherentes a la ausencia de movimiento. De este modo podríamos concluir que aún no pudiendo realizar el gesto, el trabajo de imaginería motora y observación de acciones es una herramienta interesante para reducir el empeoramiento que podría ocasionar dicha ausencia de movimiento.
En la actualidad no hay consenso cerrado de cuanto tiempo mínimo es requisito para poder llegar a hacer eficiente este entrenamiento mental, pero algunos protocolos giran en torno a 10 min de observación de acciones y 10 min de imaginería motora. Si que se ha determinado que un exceso de dosis podría llegar a generar fatiga.
La parametrización de este tipo de entrenamiento se ve condicionada también al nivel de actividad física, ya que se ha visto que a mayor nivel de actividad física hay una mayor capacidad de generar imágenes mentales, en comparación con sujetos sedentarios. Esto quiere decir que personas con un mayor nivel de actividad física, realizan el ejercicio de imaginería motora mas rápidamente ya que poseen mayor capacidad de percibir, integrar y procesar la información relativa al movimiento. Se ha descrito que este fenómeno es consecuencia de el nivel de repetición y asiduidad con la que esas personas suelen ejecutar en condiciones normales dicho entrenamiento motor.
Parece razonable que un jugador profesional de tenis pueda integrar mas rápidamente e imaginar un gesto complejo como podría ser el saque de tenis en comparación con otra persona que haya probado ese deporte escasas veces en su vida. Esto es extrapolable a muchos otros gestos motores, y es uno de los motivos por los cuales la observación de acciones suele preceder al ejercicio de imaginería motora.
Por último, una de las mayores reticencias que puede suscitar este tipo de entrenamiento, es que es complicado de ejecutar debido a que existen muchos condicionantes que hacen que la capacidad de evocar imágenes mentales de una persona sea sustancialmente diferente a la de otra.
Para valorar esto se utiliza un cuestionario validado denominado MIQ. Consiste en un cuestionario que te plantea ocho actividades diferentes a imaginar, y te evalúa del uno al siete la capacidad que posees para imaginarte a ti viéndote hacer dicha actividad en ese escenario, así como la capacidad que posees para sentir el movimiento a realizar sin ejecutarlo realmente.
En la Unidad de Rehabilitación Neurológica del Clínica Universitaria La Salle, utilizamos este tipo de entrenamientos con el propósito de sacar el máximo rendimiento de nuestras terapias.
Alejandro Losana Ferrer.
Fisioterapeuta Unidad de Rehabilitación Neurológica.
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